sábado, 16 de marzo de 2013

Planificación y APúblicas


El principal problema para planificar en la administración pública es el del objetivo político. Actualmente toda estrategia pública está marcada por el sesgo político del partido gobernante en ese momento. En un sistema político como el nuestro esta circunstancia es inevitable por la alternancia de partidos y no es intrínsecamente mala pero tiene una serie de perversiones que pasamos a enumerar:
  •         I.            Estrategias cortoplacistas: se busca el resultado inmediato para obtener réditos políticos inmediatos por lo cual es difícil hacer proyecciones de más de cuatro años. Tenemos muchos ejemplos de planes parados desde hace décadas debido a su mala prensa entre el electorado, ej. Plan Hidrológico Nacional.
  •       II.            Hostilidad entre dirección y staff. Políticos versus funcionarios. Se da con demasiada frecuencia el desencuentro entre planificadores elegidos por el partido de turno y los funcionarios de carrera. Los primeros están al servicio del partido y los otros son profesionales de muchos años de carrera
  •     III.            A consecuencia de lo anterior nos encontramos con estrategias que se desinteresan por el sentido común y la experiencia. Habitualmente se busca el rédito electoral.
  •     IV.            Las previsiones del planificador se hacen coincidir habitualmente con los deseos del partido que encarga las mismas. Se maquilla el resultado para que salgan los números. Recordemos aquí la frase de que “a los números se les hace decir lo que se quiere”. Tenemos muchos ejemplos en planificaciones que son más un sueño que realidad. Ej. Presupuestos económicos de CCAA y de la nación que a pesar de tener rango de ley muchas veces  parecen una fantasía que no se cree ni el legislador.
  •       V.            Habitualmente solo se contemplan escenarios favorables que son los coincidentes con los objetivos políticos.
  •     VI.            La estructura de la planificación es demasiado vertical, mediatizada por los, una vez más, objetivos políticos.
  •   VII.            No es raro encontrar planificadores no familiarizados en los usos públicos pero si afines al promotor del proyecto y por tanto muy dados a preveer resultados óptimos a las expectativas de su patrono.

Como conclusión los planificadores que están bajo la férula de un partido tienen afán por quedar bien y no dar previsiones derrotistas en caso de que los indicadores informen de lo contrario a lo que se desea. Es habitual maquillar datos para no salirse del tiesto. Se eliminan los escenarios alternativos al deseado; en definitiva, los encargados de planificar la “cosa pública” sirven a una cúpula política  y desean, habitualmente, cumplir los deseos de sus mentores por lo que al final se vuelven más papistas que el papa.
No olvidemos que también existen buenos profesionales que intentan ser lo más serios posible pero estos encuentran poco eco entre los políticos que deben tomar las decisiones sobre todo si van en contra de lo que desea el político de turno.
Por otro lado estos problemas son también frecuentes en la empresa privada y lo puedo atestiguar ya que lo he vivido en primera persona.

1 comentario:

  1. Carlos, no puedo estar más de acuerdo contigo.
    ¡Enhorabuena por tu síntesis!
    Saludos;
    Montse

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